“Somos un país de piratas. La gente no quiere pagar por la cultura”
El Asombrario & Co. MILUCA MARTÍN (22/03/2013)
Miguel del Arco es el dramaturgo español de moda. El año pasado ganó cinco Premios Max, el anterior siete y en esta edición está nominado a 16 por tres obras. Desde mediados de enero llena todos los días el teatro con su último trabajo, Deseo, del que es autor y director pero a pesar del éxito comercial sin subvenciones aún tiene problemas para financiar su próximo montaje: “Me dijeron que todo lo que hiciera creativamente debía caber en una furgoneta de cuatro metros, que no había para más”. Del Arco es muy crítico con las políticas culturales del Gobierno Rajoy, pero también con la actitud de un público reticente a la apuesta firme por la cultura.
¿Cómo surge Deseo, esta obra que mezcla comedia y tragedia en la historia de una pareja, una amiga y un amigo recién separado que van a pasar un fin de semana al campo donde se desatan los conflictos?
Fue por necesidad. Yo quería poner en marcha la obra La función por hacer pero no encontrábamos a nadie que la produjera. Entonces decidí hacer una obra más atractiva comercialmente. Con una trama más fácil que mezclara comedia, drama, thriller, y que pudiera atraer a cuatro actores importantes. La primera versión la escribí en 2004 pero entonces por fin surgió la posibilidad de montar La Función por hacer y se quedó aparcada. Después de dar muchas vueltas llegó a las manos de Pedro Larrañaga y Luis Merlo. Nos pusimos de acuerdo y pensé que si alguien tenía que dirigir esa función, era yo.
¿Cómo fue la elección de los actores?
Emma Suarez ya había dicho que si a la obra cuando intenté hacerla la primera vez y volvió a decir que sí. A Gonzalo de Castro le conocía porque había trabajado con él en El inspector y pensé que era un papel que le venía al pelo. A Belén López no la conocía personalmente pero la había visto trabajar. Tiene una cosa racial y un sonido de voz metálica andaluza que me gusta mucho
¿La obra se refiere al deseo sexual?
Es mucho más que eso. Por eso no dejé que nadie dirigiera esta función porque los personajes tienen una peripecia que podría haberse quedado en algo epidérmico pero a mí me interesaba ahondar. El viaje subterráneo que hemos hecho todos, los actores y yo, dependía de hasta dónde estábamos dispuestos a llegar. Y queríamos llegar hasta el fondo. Yo pienso que todo en nuestra vida se mueve por el deseo. El deseo está presente desde que abres los ojos por la mañana. Quiero conseguir esto. Quiero cambiar de trabajo. Me quiero comprar un jersey. Me han mirado con deseo. Cómo nos relacionamos con el deseo propio y con el de los demás. Y eso era lo que me interesaba que estuviera ahí. Por supuesto que también el deseo sexual es muy importante, mucho más de lo que pensamos. Las querencias o no querencias, no es solo que te quieras follar o no follar a alguien, sino también el gustar o no gustar, ahí hay una química sexual que tiene que funcionar. El seductor y el seducido. Lo que te hace sentirte deseado. Quería que todo eso estuviera de alguna manera encerrado ahí.
¿Fue difícil contar esta historia en teatro?
Yo quería que todas estas sensaciones estuvieran presentes ahí. Y ese era el problema. En el cine es mucho más fácil porque puedes meter una cámara frente a los ojos del actor y con un contra plano puedes sugerir un montón de cosas. Pero mostrar algo tan intangible como el deseo en el teatro cuando tienes un plano general siempre es más difícil aunque cuando tienes los focos bien dirigidos se pueden conseguirprimeros planos incluso en teatros tan grandes como este.
El escenario es una parte muy importante de la trama. Yo siempre tuve claro que quería un escenario giratorio y se lo dije a Eduardo Moreno, el escenógrafo. Para mí era importante porque tiene una parte dramatúrgica que me gusta mucho. Ese deseo, esa pescadilla que se muerde la cola permanentemente, nunca se sabe dónde empieza y dónde acaba y por esa cosa enajenada de los personajes que el escenario giratorio tenía que contribuir a que se enajenara con ellos. Es un personaje más. El espacio va fluctuando como lo que nos pasa cuando estamos enamorados que todo nos parece maravilloso o cuando estamos deprimidos que todo nos parece un horror. Estos claroscuros. Estos cambios de luz. La música y los colores de la ropa y mobiliario, creación de la directora de arte, Cristina Torrecilla, también son fundamentales.
¿Cómo empezaste tu carrera?
Empecé como actor. Ya en el colegio siempre estaba metido en todo lo que se hacía de teatro, pero mi primera experiencia profesional fue a los 15 años en el Pequeño Taller de Teatro que llevaba Carlos Marco. Escribió unos sketches muy divertidos con música de Kurt Weill y salimos de gira con Ahora nosotros cabaré. Luego estuve un año estudiando en Ohio (EE UU) y allí empecé a dar clases de danza. Al volver estuve en la escuela de Víctor Ullate. Pero entonces me presenté a las pruebas de la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático) y me cogieron. Estuve estudiando interpretación y canto hasta que me surgió la oportunidad de montar La risa en los huesos de José Bergamín en el Centro Dramático de la Sala Olimpia y dejé la escuela. Después trabajé como actor y como guionista para televisión. Más tarde monté la productora Kamikaze con mi socio Aitor Tejada. Allí rodamos varios cortos. Con el primero, La envidia del ejército nipón (2001), ganamos muchos premios.
Hasta que llegó el boom de La función por hacer
Con esta obra, basada en Seis personajes en busca de un autor de Luigi Pirandello, hice un primer intento pero no funcionó. Luego la montamos pero no había nadie que la quisiera programar a pesar de tener actores como Bárbara Lennie, Israel Elejalde o Raúl Prieto. Todo el mundo decía ‘montadla y cuando la veamos, ya veremos’. En este país no hay ninguna capacidad de riesgo. Hay mucha oferta y poca demanda con lo cual los que demandan se pueden permitir el lujo de decir, ‘tú móntala y si me gusta, ya te diré yo si vienes o no vienes’. Y eso fue lo que pasó. Montamos la obra en un local de ensayo tres días de un fin de semana de septiembre de 2009. El primer día teníamos 35 sillas, el segundo pusimos 40 y el último vino tanta gente que no cabían. Ahí la vio Ayanta Barilli y la llevó al vestíbulo del Teatro Lara donde la estrenamos el 4 de diciembre de 2009. A partir de ahí se montó la que se montó.
¿Qué pasó. Como pasasteis del no me interesa al no hay entradas?
Fue por el público. Empezó a funcionar el boca a oreja. Al principio llenábamos con el tirón de nuestros amigos pero la gente que asistía a la obra al salir decía, acabo de asistir a lo mejor que he visto hace mucho tiempo. Salían en estado de shock y se fue corriendo la voz llegando incluso a haber medio peleas y codazos en la puerta. Por allí desfilaron ministros, políticos, críticos, pero siempre a rebufo de lo que había sucedido con el público. Era chocante que la sala grande de al lado estaba vacía con un espectáculo al que no iba ni dios y nosotros teníamos colas enormes. Pero seguimos en el hall porque queríamos un espacio que fuera un cuadrilátero. A primeros de enero apareció la crítica de Marcos Ordoñez, que fue espectacular, y a partir de ese momento, nos llovieron las ofertas. El Teatro Español que nos rechazó la primera vez nos ofreció la sala pequeña. Después llegaron Barcelona y bolos por toda España.
Meses más tarde vino El proyecto Youkali una obra que se montó para el Día Mundial del Refugiado con más de veinte actores y música en directo y que cuando la vio Mario Gas la programó para la temporada del Matadero. Luego me llamó Nuria Espert para dirigir La violación de Lucrecia.
Al año siguiente nos llamó el Teatro de La Abadía para poner en escena Veraneantes, basada en un texto de Máximo Gorki, que fue un éxito. Con esta obra tuvimos que hacer un ejercicio que provoqué yo porque estábamos asustados. En este país se aguanta un éxito pero el segundo ya no. Yo les dije: vamos a hacer lo que tenemos que hacer para montar Veraneantes. Pasamos de La función por hacer que era muy bestia físicamente a otra que era un espectáculo de dos horas y media de cocción lenta con el que nos podíamos haber dado la hostia. Pero funcionó. Creo que por la forma en que la hicimos. No quiero decir que si trabajas con cariño, tesón y disciplina todo lo que vayas a parir sea estupendo pero sí que tiene mucho que ver.
"La gente no quiere pagar por la cultura. Pero hay que educar en este aspecto ¿Se educa a la gente poniendo trabas a los creadores? ¿Se educa a la gente cuando el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, sale diciendo las barbaridades que está diciendo nada más que por justificar cosas que son injustificables?"
¿Este año estás nominado para 16 premios Max y para los Valle Inclán. Está claro que a ti te va bien pero como ves la situación del teatro en España?
Siempre que me preguntan esto cuento esta historia. El día que me comunicaron estas nominaciones a los premios tenía una reunión con los de producción de la obra en la que estamos trabajando, El misántropo. Me enseñan una foto de una camioneta de cuatro metros que me manda mi socio Aitor Tejada que me dice, hagáis lo que hagáis creativamente tiene que caber en esa camioneta. Porque más grande no podemos. Si yo que estoy en un momento especial y fabuloso que responde comercialmente que no es un invento porque nadie me esté dando una subvención tengo estos problemas no quiero pensar los demás. En cuanto a la subida del IVA yo sigo insistiendo en que el 21% de nada es nada. No puedo entender esta política. En París, La Comédie Française los lunes es gratis para los menores de 27 años. Este tipo de medidas hacen que la cultura sea sostenible y querida. Pero aquí todavía tenemos que explicar y defender nuestro trabajo como autores. Manda cojones que en el siglo XXI tengamos que estar defendiendo esto que es la base de la cultura de cualquier país. Somos un país de piratas. La gente no quiere pagar por la cultura. Pero hay que educar en este aspecto ¿Se educa a la gente poniendo trabas a los creadores? ¿Se educa a la gente cuando el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, sale diciendo las barbaridades que está diciendo nada más que por justificar cosas que son injustificables?.
¿Y a nivel creativo?
Artísticamente tenemos un momento brillante de teatro en Madrid, pero solo en Madrid. Ni siquiera en Barcelona. Allí hay o había cantidad de compañías pero con esta cosa endogámica que les ha entrado ahora, les hace estar más cerrados. Madrid sigue siendo una ciudad abierta en la que nadie te pregunta de dónde vienes, nadie te pone problemas porque tengas un acento u otro y en la que un teatro del Ayuntamiento puede estar dirigido por un catalán y se puede programar una compañía catalana y nadie dice ni mu. Vete tú a un teatro del Ayuntamiento a Barcelona a programar una obra en castellano o al TNC. Eso es Imposible. Madrid sigue siendo un cruce de caminos. Que somos paletos, si, y lo digo yo que soy de Madrid, que somos muy burros, sí, pero olé nuestra paletez y nuestra burrez. Somos una ciudad abierta y eso ha propiciado que se abran un montón de salas alternativas que mal que bien van tirando como pueden.
"si ves que la gente no va al teatro porque ha subido un 21% no solo te estas cargando la producción sino todos los puestos de trabajo que se mueven alrededor del teatro. Si ves que esta medida no es buena, que no estás recaudando mucho y nos estás jodiendo la vida a las empresas cuando estábamos dispuestos a asumir la subida del 8% al 10% para que no repercutierá en los espectadores, siéntate con la gente a hablar. Pero no se han sentado con nadie. Han hecho oídos sordos. En este país no se rectifica"
¿Qué hacer?
En otros países como Holanda subieron el IVA y lo han vuelto a bajar en Francia era de 7% y lo han bajado al 5,5%. Es una apuesta clara. Aquí dicen, que tenemos que apechugar todos. Pero tú no puedes hacer un barrido permanente de todo y si ves que la gente no va al teatro porque ha subido un 21% no solo te estas cargando la producción sino todos los puestos de trabajo que se mueven alrededor del teatro. Si ves que esta medida no es buena, que no estás recaudando mucho y nos estás jodiendo la vida a las empresas cuando estábamos dispuestos a asumir la subida del 8% al 10% para que no repercutierá en los espectadores, siéntate con la gente a hablar. Pero no se han sentado con nadie. Han hecho oídos sordos. En este país no se rectifica. Es posible que a lo mejor si la economía empieza a despuntar un poco, entonces dirán, como estamos un poco mejor os lo bajo pero necesitan una justificación para no admitir nunca jamás que fue una decisión errónea desde el principio.