top of page

Miguel del Arco desata su Deseo a lo grande y acierta de nuevo

Foto de Luis Merlo y Emma Suárez durante la representación de Deseo

Carmen Socías.    (14.Mar.2013)


Emma Suárez, Luis Merlo, Belén López y Gonzalo de Castro son los actores de un montaje que brilla por sus cuatro costados, como todo lo que hace uno de los autores más destacados y premiados del panorama como es Miguel del Arco, al que también podríamos definir como el alumno aventajado de la dramaturgia española contemporánea.  Deseo ve la luz después de llevar cerca de una década en un cajón y gracias a la confianza en la producción de Pedro Larrañaga.



Deseo reúne a cuatro personajes en una casa de campo durante un fin de semana. Ana (Emma Suárez) es la más correcta y “perfecta” de todos, ejemplar esposa de Manu (Gonzalo de Castro)que acepta un peligroso juego con su amiga Paula (Belén López), mucho más libre y arriesgada que Ana .  A ellos se une Teo (Luis Merlo), amigo de la pareja recién separado que cierra un cuadrado laberíntico donde flotan libremente los instintos más primarios. Deseo es una historia quebrada y tremendamente real.



Existe un parecido razonable entre Harold Pinter y Miguel Del Arco en la forma de comunicarse que tienen sus personajes, y precisamente en ese no decir y decirlo todo está una de las claves de Deseo.  En 18 escenas, con sus 18 escenarios que se van enajenando al ritmo que lo hace la historia, nos encontramos con ese indeciso e incierto motor que es el deseo. Los personajes de este montaje desean, se desean, desean que les deseen y en más de una ocasión lo que les palpita desearían no desearlo.  No usa Miguel del Arco efectismo dramático, que lo hay, ni grandilocuencia en el guión, que es extraordinario. La función rebosa vitalidad, energía y atrevimiento, y para hacerla todavía más grande sobre las tablas se encuentran cuatro actores que se ponen en la piel de sus personajes de forma magistral.  Más que destacable es la actuación de Belén López, que esperemos no se vaya muy lejos del teatro nunca más, es una de esas actrices que eclipsa en escena, como lo hace Luis Merlo nada más aparecer.  Los cuatro actores pasan por una catarata emocional en algún momento de la función, y es un gusto ver un trabajo tan bien hecho como el que se representa en este montaje.



En Deseo se habla de amor, de traición, de venganza, pero  sobre todo se vive, y se vive sin cerrar los ojos a lo que nos dice la parte más oscura y atrevida de nuestro instinto. Hay muchas formas de afrontar el deseo, y aquí los cuatro personajes tienen la suya, que irremediablemente salpica a los demás;  porque el deseo siempre lo satisfacemos al volcarlo, al remover algo, al actuar.



En esta función destaca todo, el vestuario es fundamental y nos marca al diablo en rojo cuando se quiere ser tentación y vemos a los personajes cómodos cuando quieren aparentar tranquilidad. Las transiciones entre escena y escena, con una espectacular plataforma giratoria,  marcan el ritmo inquietante que va in crescendo,  y la música arropa la historia de manera muy cinematográfica.



Se podría hablar mucho más sobre  este montaje con solo lanzar algunas frases que salen de la boca de los personajes como:  “- (Manu)¿Quién ha sido más fiel en el amor? – (Ana)Por el bien de la humanidad espero que no inventen un instrumento que mida eso”, o  “-(Paula) El amor es demasiado voluntarioso, y yo soy muy inconstante”, o “El deseo es el motor que mueve el mundo”, o “Los deseos no se evitan, se reprimen”. En este caso les diré que ni lo eviten ni lo repriman, vayan a ver Deseo de Miguel del Arco en el Teatro Cofidís de Madrid, es, sin ningún tipo de duda, una de las citas obligatorias de esta temporada.

Fuente

bottom of page