Antonio Illán Illán (ABC)
Exitazo de «El crédito» en el Teatro de Rojas
Cuando dos actores con arte y oficio, como Carlos Hipólito y Luis Merlo, se suben a un escenario, ya se sabe: ¡buen teatro! Si, además, se les pone entre manos un texto inteligente, como el de Jordi Galcerán, el buen teatro se convierte en un divertimento reflexivo que recorre sin parar el camino de las emociones, siendo la que produce la risa una de las más frecuentes. Y si el círculo se cierra con Gerardo Vera manejando sabiamente los hilos escénicos, pues pasa lo que pasa, que el éxito corona la obra.
El equilibrio del triángulo es perfecto y la responsabilidad de los dos actores frente a frente, única. La complicidad, la suma de lo diverso, lo complejo de dos personajes enfrentados en situaciones comprometidas, la trepidante marcha del diálogo que se convierte en una permanente descarga de fusilería en la que las balas se trasmutan en palabras, la resolución en clave de comedia de lo que bien podría ser un conjunto de conflictos sociales, familiares e individuales levantan un espectáculo asombroso ante el que el público se fascina y se rompe en rabioso contento liberando ya la sonrisa, ya la risa, ya la carcajada, mientras en su yo más profundo piensa: «Pero si lo que les ocurre a esos me podría estar ocurriendo a mí».
“El crédito” es mucho más que la relación entre un “bancario” y un cliente sin garantías y sin avales en el contexto de una sucursal del BBVA. En el tira y afloja se plantean una serie de situaciones que tienen que ver con la vida personal de cada uno de los personajes y que les hará removerse en sus convicciones, en sus acciones y hasta en su manera de entender el mundo, de enfrentarse a él y de terminar con una frustración no esperada. Ese dinamismo produce un verdadero viaje del conflicto y termina por dar la vuelta a los personajes, de tal manera que la gran separación que parece haber ente ambos al principio, se llega a transformar en cercanía cuando ambos huelen el fracaso. También es verdad que la historia quizá, con la superposición de acciones, se estire un poco más de lo que la trama pide, pero como hay alegría, la hora y media de representación, la verdad, no cansa.
La fuerza teatral de la propuesta de Galcerán convierte lo que sin duda es una suma de dramas personales en una comedia. No nos asombra Galcerán con su escritura. Domina el género, capta en la realidad las situaciones, sube a las tablas lo que pasa en la calle, ahorma los diálogos con matices léxicos que perfilan cabalmente a los personajes y redondea las historias con un entretejerse en redes pero en las que no se pierde el hilo. Eso es lo que vimos en “El método Grönholm” o en “Burundanga” y eso es lo que hemos visto en “El crédito”, aunque quizá en esta última haya relajado un poco la sustancia teatral en la parte del diálogo que soporta el más débil y previsible personaje que encarna Luis Merlo.
Excelente la interpretación de Luis Merlo y soberbia la de Carlos Hipólito en una obra bien dirigida y muy bien pergeñada, conectada con la realidad que el público siente y que este agradeció con un prolongado y cálido aplauso.
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